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16/10/2018

¿Cómo se produce el café descafeinado?

Si en cualquier lugar de trabajo de cierta envergadura esperamos encontrar una máquina de café, a su vez en esta nunca faltan las opciones descafeinadas, para aquellas personas que desean disfrutar del incomparable aroma y la calidez de esta bebida pero necesitan evitar sus efectos estimulantes. ¿Cómo se consigue retirar la cafeína del café sin que este pierda el resto de sus propiedades? Aunque parezca mentira, hace ya más de 100 años que fue patentado por primera vez un método, a cargo del alemán Ludwig Roselius en 1906, y hoy se emplean de forma común varias formas distintas de descafeinización.

El método original de Roselius, del que derivan en realidad la mayoría de los procesos actuales, se basa sencillamente en la posibilidad de mojar los granos de café verdes sin que esto repercuta sobre sus propiedades organolépticas, pero sí sobre su contenido en cafeína.

De esta manera, en el procedimiento más utilizado comercialmente, se empapan los granos sin tostar y a partir de ahí se aplica un producto solvente -cloruro de metileno es uno de los más comunes- que contribuye a diluir la cafeína sin afectar al resto de la composición de los granos. Después se vuelven a lavar y se secan con agua caliente.

Existen también, sin embargo, alternativas que tratan de resultar más naturales u ‘orgánicas’. Se basan en la ósmosis y utilizan para ello agua que previamente ha sido expuesta al café. En otros casos se potencia la extracción de la cafeína mediante aceites de café a alta temperatura, que actúan a través de sus triglicéridos.

Por otro lado, más recientemente se han desarrollado procesos más diferenciados, con el objetivo de encontrar un método viable que no requiera de ningún solvente añadido y respete lo máximo posible las propiedades del café. Se trata de la aplicación de lo que se conoce como dióxido de carbono supercrítico, una forma de esta sustancia que es conservada en condiciones extremas de presión y temperatura, convirtiéndose en lo que algunos definen como un punto intermedio entre gas y líquido que adquiere altas propiedades disolventes.

Cualquiera de estas vías, como ves, se basa en humedecer los granos y posteriormente secarlos, buscando el mecanismo exacto que permita que llegue a tus manos un café totalmente satisfactorio y que puedas degustar sin preocupaciones.

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