La presurización
El café en su envase: el invernadero de los aromas.
El café tostado, si entra en contacto con el aire, pierde en el transcurso de ocho horas el 40% de sus aromas. El responsable es el oxígeno, uno de los principales enemigos del café. El otro es la humedad, que causa el moho y pone en peligro su conservación.
El café molido puede ser conservado al vacío, pero la presurización permite conservar los aromas.
Con la presurización, en los envases metálicos se elimina el oxígeno y se introduce nitrógeno a un presión más alta de la atmosférica. Una operación que no sólo conserva los aromas, sino que crea el ambiente ideal para que continúen desarrollándose en una verdadera “crianza”, como ocurre con el vino. Los componentes oleosos se expanden y los aromas volátiles se fusionan con los aceites para poder liberarse después en la taza.
Dentro del envase presurizado los aromas se preservan durante tres años en el caso del café en grano, y más de dos en el del molido.